27 de May de 2025

El mundo ha cambiado, las reglas han cambiado

¿Tú lo has hecho?

La Organización Meteorológica Mundial confirmó a inicios de este año que 2024 fue oficialmente el año más caluroso registrado desde la época preindustrial, con un promedio de 1.55 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Hace algunos años se llevó a cabo una iniciativa que buscaba no rebasar las 350 partículas por millón de CO2 contenidas en la atmósfera. Superar este límite, se advertía, incrementaría el calentamiento global debido a la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI). En mayo de 2020, ya había 417 ppm y en 2024 alcanzamos las 422.5 ppm, según la Asociación Meteorológica Española. La iniciativa, por supuesto, fracasó.

 

«Si la humanidad desea conservar un planeta similar a aquel en el que se desarrollo nuestra civilización y para la cual la vida en la Tierra está adaptada, la evidencia paleoclimática el cambio climático en curso sugieren que [los niveles actuales de] CO2 tendría que reducirse a un máximo de 350 ppm».

 

—Dr. James Hansen, exdirector del Instituto Godardd de Estudios Especiales.

 

Lo cierto es que no hemos dejado de romper récords año con año a costa de un desarrollo desmedido. Desde la época preindustrial, esta tendencia nos lleva a una inquietante pregunta: ¿Qué debemos hacer para mejorar esta situación que nos acerca a la catástrofe? Al momento de escribir este texto, Europa ha recomendado a su población contar con un kit de supervivencia para 72 horas, como medida preventiva ante crecientes conflictos geopolíticos, futuras pandemias, ciberataques y los efectos conocidos y desconocidos derivados de la crisis climática.

Estamos en la antesala de una nueva forma de vivir la realidad y habitar el mundo. No cabe duda de que las cosas ya han cambiado y que la aparentemente ilusoria prosperidad que trajo la posguerra en la segunda mitad del siglo pasado e inicio de este está comprometida.

En cuanto a la crisis climática, las soluciones propuestas y aceptadas por la ONU, en sus múltiples cumbres y encuentros a lo largo de los años, se dividen en dos frentes: la mitigación y la adaptación. La primera busca formas de detener o reducir el cambio climático en la medida de lo posible. La segunda reconoce que algunos efectos ya son irreversibles, por lo que debemos concentrarnos en adaptarnos a sus consecuencias.

Sin embargo, estos dos caminos plantean numerosos desafíos. En cada cumbre se suman otros más, y casi nunca se cuenta con la participación seria y vinculante de todas las partes. Incluso cuando existen compromisos firmados, no siempre se cumplen. Más allá de que cada persona «ponga su grano de arena», no es posible lograr cambios significativos sin la colaboración de muchos actores y la aplicación de estrategias de gran envergadura.

Los países más desarrollados, responsables de la mayor contaminación histórica, siguen liderando las emisiones. Solo EE. UU. y China generan el 45% de las emisiones totales actuales. Por otro lado, muchos países en desarrollo buscan alcanzar el estatus de naciones industrializadas, lo que implica un incremento temporal en sus emisiones. En particular, los países del bloque BRICS son responsables de casi la otra mitad de las emisiones globales. El panorama, evidentemente, es complejo. ¿Qué hacer al respecto?

Sorprendentemente, solo 20 empresas son responsables de casi la mitad de las emisiones mundiales. Esto subraya el papel clave del sector empresarial en la crisis climática.

El pasado 28 de enero, México aprobó una ley que obliga a las empresas a generar reportes corporativos en sostenibilidad y ESG, alineándolos con estándares internacionales. El primer reporte obligatorio correspondiente al ejercicio de 2025 deberá presentarse en 2026. Esta legislación marca un hito, imponiendo nuevas responsabilidades al sector empresarial y estableciendo consecuencias significativas en caso de incumplimiento. Por ejemplo, la Ley Federal del Trabajo contempla multas que pueden ser millonarias para las empresas que no capaciten adecuadamente a sus empleados.

Si las empresas no actúan voluntariamente o lo hacen de forma desigual, la intervención gubernamental se vuelve necesaria. Si bien la colaboración de los Estados y las organizaciones internacionales es crucial, la alineación del crecimiento económico con los principios de sostenibilidad es un paso esencial hacia un desarrollo global responsable.

En IASE® México, hemos promovido por años la formación de profesionales, equipos y empresas en materia de sostenibilidad, a través de alianzas académicas para obtener nuestras certificaciones en sus diversos niveles de complejidad. Nuestro objetivo es ayudar a los profesionales a actualizarse y afrontar los desafíos que implican las nuevas regulaciones y sanciones, preparando a las organizaciones para cumplir con las exigencias normativas y convertirlas en oportunidades de crecimiento.

La sostenibilidad ya no es una opción, es una realidad ineludible. Y estamos convencidos de que, mediante la transformación de organizaciones y profesionales, se pueden generar los mayores impactos positivos.

Estar a la vanguardia en marcos regulatorios locales e internacionales es fundamental. En IASE® somos una ventana de oportunidad para acompañar a empresas, áreas, equipos y personas en la gestión de riesgos y el diseño de estrategias sostenibles, logrando que estas nuevas normas impulsen el crecimiento y fortalezcan su posición en el mercado.

Seamos honestos: No sabemos con certeza qué nos depara el futuro. Vivimos tiempos inciertos, pero una cosa es clara: la mejor forma de enfrentar cualquier amenaza es estar preparados. En IASE® México, esa es nuestra esencia y lo que te ofrecemos.

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